La
gran mayoría de los habitantes de nuestro distrito estamos de acuerdo en que en
La Sagrera tiene que radicar la nueva gran estación central, de Barcelona y su
área metropolitana, con la ampliación de los servicios de cercanías y medio recorrido,
así como en la necesidad un nuevo eje del transporte urbano al norte de la ciudad. En
estos momentos se puede decir que estamos ante la gran oportunidad, por la cual
hemos estado trabajando más de diez años de una forma visible delante de la ciudadanía,
pues está en juego más del veinticinco por ciento del territorio de La Sagrera. Pero
ahora es cuando viene los más difícil, que es el momento de ir concretando e garantizando
los emplazamientos de los diversos equipamientos, por los que todos hemos luchado,
así como su contenido, lo que no quiere decir que no se puedan buscar cambios
objetivos para algunos de los actuales. Otro
problema serio que se ha de negociar, para dar una coherencia al proyecto, es
el llamado gran parque lineal, del que yo personalmente discrepo después de escuchar
y ver los planos actuales. Para mí, a partir de ahora, será el gran bulevar del
proyecto La Sagrera/Sant Andreu. Os
podéis preguntar el porqué de este cambio. Es muy sencillo: se quieren construir
una serie de equipamientos sobre la gran losa, así como en otras partes del hasta
ahora llamado parque lineal. Yo
no estoy diciendo que esas propuestas no sean correctas, sino que hay que discutirlas
muy profundamente con la plataforma de asociaciones y personas representativas
del territorio. Como
se ha dicho siempre, las mejores causas pierden eficacia cuando se diluyen en
muchas organizaciones, sobre todo cuando algunas de ellas son micronésicas y a
veces están unidas al individualismo o a la vanidad de algunos dirigentes, debilitando
la eficacia solidaria. Algunos
de ellos no se dan cuenta de que todo ha cambiado, de que la lucha ya no es la
misma que la de los años 80. Que
una gran parte del tejido asociativo no responde a las mismas motivaciones de
cuando luchábamos por un cambio democrático, así como conseguir una calidad de
vida que no teníamos en aquellos momentos.
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Por una
parte, no podemos permitirnos que los ciudadanos se desmovilicen y, por otra,
que se creen corpúsculos que alteren la vida social, por intereses económicos
o políticos. Para que esto no ocurra, hemos de luchar contra la desinformación,
hemos de defender decididamente las propuestas acordadas, partiendo de una realidad,
pues nuestros convecinos cada día dan más importancia a las actitudes y a la seriedad,
a cómo se hacen las propuestas, y sobre todo les importa cómo se les explica. Las
entidades vecinales y las personas que se dirigen a la sociedad desde éstas tienen
que tener un lenguaje definido y capacidad de flexibilidad, ya que afortunadamente
nadie está en posición de la verdad absoluta. En
definitiva, este proyecto ha de tener más en cuenta a los ciudadanos y ciudadanas
de este distrito, intentando no confundirnos con meros instrumentos económicos,
dándonos sólo el papel de consumidores; se nos tiene que dar la oportunidad colectiva
de participar. Nunca
me cansaré de decir que este proyecto tan importante, no sólo para nuestro distrito,
sino también para nuestra ciudad, que es la capital de Catalunya, es un proyecto
de país, aunque ubicado en nuestro territorio. Nuestros
objetivos siempre han de estar en conseguir que todo esto se convierta en el motor
que impulse la renovación de nuestros barrios, respetando la idiosincrasia de
cada uno de ellos y atendiendo las necesidades reales, así como las deficiencias
en función de la cantidad de vecinos en la zona. De esta manera los primeros que
saldremos ganado seremos todos los ciudadanos en general. Somos
conscientes que en este tipo de proyectos los presupuestos son muy elevados y
que todo el mundo quiere sacar el mayor beneficio económico. Pero a las administraciones
o las empresas dependientes de ellas (y con esto no quiero excluir a la empresa
privada), nuca se les puede dar manga ancha, sino exigir que se cumpla la ley,
aportando los espacios para equipamientos y zonas verdes. Todo esto necesita un
gran control social, para que no degenere. Este control lo podrá hacer la plataforma,
conjuntamente con personas representativas de las capas sociales de nuestro distrito.
De otro modo permitiremos que una minoría asesorada por no sabemos quién nos reorganice
el distrito. ¡SEAMOS
SERIOS! La plataforma se tiene que poner al frente de todo esto eligiendo una
comisión representativa, para negociar con las administraciones. No podemos permitirnos
el lujo de tener asambleas permanentes, ya que siempre llegaríamos tarde a todas
partes.
Antonio Fortes 24/02/03 www.lasagrera.com "Tot
Sagrera" núm 110
"Fòrum General de STAP" 10 d'octubre 2003 |