..Su muñeca no paraba de sangrar. Presionaba con
fuerza con la mano derecha pero la sangre salía a borbotones por todas partes
como en una presa que ya no podía contener mas el agua, la sangre salía y salía
dejando sobre el suelo blanco un círculo rojo oscuro que le rodeaba como apresándolo.
Por un momento dejó de presionar la herida, se dio media vuelta y alargó el brazo
para agarrar el rollo de papel higiénico colgado en la pared, tiró con fuerza
y varios metros de rollo amarillo se extendieron a su lado, con otro tirón lo
arrancó del resto del cilindro y empezó a enrollárselo en la muñeca. Aquello era
una chapuza! Pensó en cuento inició su maniobra. A cada vuelta que daba la sangre
traspasaba el papel a una velocidad mucho mayor a la que el podía improvisar su
ridículo vendaje. Desquiciado, arrancó el papel con un fuerte tirón y entonces,
de su muñeca ya desnuda saltó un chorro de sangre arterial, casi negro, que dibujo
en diagonal una línea de muerte sobre el espejo que había ante él. Alzó la vista
y se miró a los ojos, su cara era la cara de un muerto; mejillas pálidas, frente
pálida, labios pálidos y mirada perdida, ausente, sin rastro de vida si no fuera
por las lágrimas que ahora brotaban de miedo por ambos lados de su nariz.
Tengo
que vivir! Dijo con un hilo de voz, como contándoselo a aquel desconocido del
espejo. Se agarró con fuerza la muñeca sangrante y comenzó a caminar; primero
por el pasillo dejó un rastro de pequeños puntos rojos en el suelo, después, al
cruzar el comedor, ya era una línea sangrante y continua, y al llegar a la entrada,
una franja de varios centímetros de grosor negro y pegajoso. Abrió la puerta que
daba a la escalera del edificio y sin pensarlo más entro en el ascensor y presionó
el botón de bajada. Pero, porque no he llamado a la puerta de algún vecino?, se
dijo en cuanto el ascensor empezó a moverse. Porque no he gritado como un loco
en cuanto salí de casa?!! Cualquier vecino hubiese echado un vistazo por curiosidad
y al ver esta carnicería ya estaría llamando a una ambulancia!!!… bueno, eso ya
no importa! Ya no puedo hacer mas que salir a la calle y gritar como un condenado
a muerte; Por favor, ayúdenme!!!.
Con solo veinte años, y su segundo intento
de suicidio! Pensaría la gente que lo conocía, y la que no, en cuanto saliese
a la calle y la noticia corriese veloz como la mecha encendida de un cartucho
de miedo. Pero lo que ni su familia, ni sus amigos, ni su psiquiatra sabían; lo
que nadie sabría jamas, es que el primer intento se remontaba en realidad a muchos
años atrás, siete u ocho si mal no recordaba. Un viernes por la tarde en el que
estando solo en casa de su abuela, pues por motivos de trabajo sus padres lo dejaban
cada tarde con ella, y mas de una vez esta mujer lo había dejado solo para atender
asuntos que no vienen al caso, se le ocurrió, por primera vez y sin motivo ni
razón aparente, encerrarse en la cocina, abrir el conducto del gas, y tumbarse
sobre el suelo como quien disfruta de una agradable siesta. Unos cuantos minutos
después la peste a gas que infestaba el reducido ambiente de la cocina le hizo
ponerse de pie y tambaleándose medio sonámbulo giró hacia la izquierda, con su
pequeña mano de niño de doce o trece años, el mando de la cocina hasta que el
suave susurro del gas saliendo por los fogones dejo de escucharse. Cuando una
media hora después su abuela llegó a casa, se lo encontró sentado en la gran butaca
roja del comedor con los pies colgando sin tocar suelo, los ojos bien abiertos
ante sus dibujos animados preferidos, y la boca manchada del chocolate que había
robado, subiéndose a una silla, del armario mas alto donde su abuela lo escondía
cuando creía que ya tenía suficiente. La mujer no pudo contener la risa al verlo
de aquella manera, intentando ocultar lo que las manchas de su boca explicaban
por si solas, le limpio el chocolate de la boca con una servilleta y lo abrazó
contra su pecho mientras lo besaba en el cabello. Pensó que debía aprovechar el
tiempo, pues pocos años le quedaban a su nieto de cándida y ensimismada inocencia
infantil. A partir de entonces nunca mas volvió a dejarlo solo.
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