Ante
el fallecimiento en la mañana de hoy de un ciudadano argelino en los cuarteles
abandonados de Sant Andreu, las organizaciones y personas que venimos defendiendo
la necesidad de un realojo para todos y todas los allí residentes, queremos expresar
nuestra opinión. En
primer lugar, nos manifestamos profundamente doloridos por la muerte de esta persona.,
un inmigrante que abandonó su pais de origen en busca de un trabajo y una vida
digna y, lejos de encontrar en estas tierras un futuro mejor, halló la marginación,
la miseria, la indocumentación y finalmente la muerte. El
fallecimiento de esta persona en el cuartel situado en el lado mar del paseo Torras
i Bages —en un edificio semiderruido en medio de escombros y en un lugar desde
hace tiempo no habitado de forma estable— sugiere que se trate de personas de
paso que buscan ultimamente refugio en los cuarteles por carecer de cualquier
otra vivienda. Más
allá de lo dicho y de las circunstancias concretas de este fallecimiento, que
habrán de esclarecerse, consideramos que el responsable último de esta muerte
es quien ha permitido que la situación en los cuarteles se deteriore hasta el
extremo. Son las Administraciones las que, al derribar viviendas habitadas, han
provocado el hacinamiento de los habitantes y el incremento de la incertidumbre
y la inseguridad entre los mismos. Son las administraciones quienes han derribado
las duchas, taponado las bocas de agua y cortado los precarios suministros de
luz. Son también las administraciones las responsables de la extrema lentitud
e ineficacia del plan de realojo al negarse hasta el momento a ofrecer una salida
de conjunto a los habitantes de los cuarteles.
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Durante
más de 2 años, y con una población superior a las quinientas personas, no han
ocurrido en los cuarteles incidentes de este calibre. Una población proveniente
de más de 30 naciones distintas ha sido capaz de convivir y de luchar conjuntamente
en defensa de sus derechos. Hoy
aún continuan residiendo en los cuarteles cerca de cien personas: magrebies, ciudadanos
del Este, sudamericanos, subsaharianos. Viven en las más miseras condiciones y
en permanente sobresalto por la presencia policial que, pese a ser continua y
agobiante, no ha evitado el último fallecimiento. Los inmigrantes viven practicamente
con la maleta hecha esperando el asalto policial definitivo; y viven en la absoluta
desesperanza porque saben que las Administraciones han decidido ya no ofrecerles
ningún realojo. Mucho
nos tememos que estos incidentes que comentamos sean un nuevo pretexto para precipitar
el desalojo de los cuarteles. Lejos de ello, deberían ser un elemento de reflexión
para toda la sociedad sobre la actuación del Ayuntamiento, la Generalitat y la
Delegación de Gobierno, que han dejado abandonados los cuarteles y sus habitantes
a su suerte durante años y cuando han decidido intervenir no ha sido para mejorar
las condiciones de vida de los más necesitados sino para arrojarles a la calle.
Los habitantes de los cuarteles merecen lo mismo que cualquier persona un trato
digno, un realojo y el respeto a sus derechos humanos.
Casernes
de Sant Andreu 12 de enero del 2004
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