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públic de lloguer a les casernes |
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l'entrecomillat i la cursiva de la paraula 'barri' són de la WEB STAP |
"A
cualquiera lo pueden echar de su casa" Antes denunciaron en cuatro ocasiones al propietario por los reiterados cortes de suministro que sufrieron. El juicio de faltas que tuvo lugar la semana pasada quedó suspendido al advertir que los hechos enjuiciados pueden ser constitutivos de un delito y ahora están a la espera de que se celebre una nueva vista. Los inquilinos advierten de que "a cualquiera le pueden echar de su casa" y que "no sólo las personas mayores son víctimas del acoso inmobiliario". Los hechos se remontan al 2003, cuando los dos inquilinos junto a otros tres jóvenes alquilaron una planta baja en Sant Andreu. El contrato, que había sido firmado por una de las jóvenes que en el 2004 abandonó el piso, incluía una cláusula de autorización para que el resto de los inquilinos siguiera en el piso. Pero en el momento de hacerse el cambio de nombre, el propietario y los dos inquilinos no se pusieron de acuerdo sobre el precio del alquiler y a partir de ese momento los recibos de las mensualidades empezaron a ser devueltos. Ellos decidieron entonces ingresar los 600 euros del alquiler en el juzgado de Consignación de Rentas. Pero lo peor todavía estaba por llegar, según los dos jóvenes. "En verano el propietario dio de baja el agua y la luz", asegura la inquilina, de 24 años. Fue en ese momento cuando decidieron iniciar la batalla legal en la que están inmersos desde hace meses. Los dos jóvenes interpusieron la primera demanda penal por presunto delito de coacciones y lograron que las compañías les volvieran a dar de alta. La alegría les duró poco, ya que a los pocos días les "boicotearon" el contador de agua y les arrancaron la instalación eléctrica. "Es difícil probar que ha sido el propietario, pero es el único que tenía las llaves de los contadores", dice el otro joven. Tras estar unos días sin agua y sin luz, viviendo como podían, pagaron de su bolsillo una nueva instalación. Una vez más y sin que ellos pudieran hacer nada para remediarlo sufrieron un nuevo ataque. Volvieron a llamar a un técnico para que la reparase la conexión de agua y luz hasta que "alguien" otra vez las arrancó. "Hemos vivido en una angustia permanente, sin poder lavar la ropa, sin tener comida en la nevera, cocinando con un hornillo de gas e iluminándonos con velas. Al final no hemos aguantado más y hemos devuelto las llaves. Peligraba nuestra salud", explica el joven inquilino, de 30 años. La pareja critica la indefensión en la que se encuentran las víctimas de mobbing y la dificultad para demostrar el acoso. "La única prueba que hay contra el propietario es que las compañías de suministro nos dijeron que él había dado de baja el agua y la luz", dicen. Los inquilinos han presentado cuatro denuncias. El anterior juicio de faltas se suspendió, porque el piso pertenece a tres hermanos, y dos de ellos no se presentaron. En el juicio que se celebró la semana pasada volvió a suceder lo mismo, pero el juez tipificó la causa como delito y, por eso, ahora los inquilinos están a la espera de un nuevo juicio que demuestre el acoso del propietario. |
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